En el contexto actual el pensamiento en colmena nos lleva a la crítica simplista de los recortes en las pensiones “públicas”, desde el punto de vista de la defensa de las mismas, frente a las privadas. El debate no está siendo bien enfocado, ya que no se trata de una dicotomía entre pensiones públicas o privadas, sino entre que el control sobre nuestra vejez lo tenga el Estado o las empresas privadas. Este marco de protestas reduccionista lo están poniendo los grupos políticos de izquierdas, defensores del papel Estatal como modo de conservar sus privilegio.
Es necesaria la memoria histórica para comprender esa tercera vía que ninguno de ellos quiere ni tan siquiera mencionar, donde los propios trabajadores organizados gestionemos la salud y las necesidades colectivas sociales.
Mucha gente se está echando las manos a la cabeza por lo que supone la nueva Reforma de las Pensiones. Somos muchos los que vemos alejarse la hora de la jubilación, y somos muchos también los que ni siquiera la vemos como una posibilidad remota. También sabemos que las cuantías que recibamos van a reducirse y que se va a beneficiar al negocio privado de las pensiones. En realidad es algo que se podía intuir, ya que no es la primera, ni seguramente será la última Reforma de las Pensiones.
Las modificaciones de 1985, 1997, 2002, 2006 y 2011 han llevado una línea clara: retrasar la edad de jubilación, fomentar que la gente siga trabajando después de la misma y apoyar el negocio redondo de la Pensiones Privadas, a través de desgravaciones fiscales. Aunque en estos años se han creado pensiones de miseria, muy similares a la caridad cristiana, pero a través de la contribución obligatoria vía impuestos, en general la situación ha ido a peor. La clave del por qué éstos recortes en las condiciones sociales es la nula fuerza de la clase trabajadora, totalmente desmovilizada, para enfrentarlos.
CLAVES HISTÓRICAS PARA COMPRENDER LA SITUACIÓN ACTUAL:
El Sistema Público de Pensiones no es un invento de hace dos días. Si en Europa se implanta el sistema de Seguridad Social Bismarckiano a mediados del siglo XIX, en España no es hasta el año 1908 cuando se crea el Instituto Nacional de Previsión, que pretendía diseñar un modelo de pensión de vejez, en un régimen de afiliación libre, subvencionado por el Estado y dependiente del mismo. Desde ese momento, el modelo fue evolucionando y ampliando servicios, a costa de ampliar las aportaciones patronales y de los obreros, en un principio libremente, pero más tarde de manera obligatoria. La clase trabajadora en general desconfió de esta medida.
Ahora bien, no podemos dejar de lado el contexto en el que se daban estas supuestas mejoras a la clase trabajadora, que era precisamente un momento de alta conflictividad social, y sobre todo de gran organización obrera, que, aunque insuficientes, mantenía sistemas de solidaridad para mantener a los trabajadores en casos de vejez, accidentes u otros eventos inesperados. Los gremios, las casas de socorro, las mutuas obreras, las bolsas de trabajo y finalmente los sindicatos, daban solución en gran parte a lo que conocemos como Seguridad Social, y de ahí su nombre, «social» que no «estatal». En realidad, el Estado y la Patronal quitaron el control de la solidaridad a los obreros que perdían así la capacidad de decisión sobre su pensión, a cambio de financiar ellos mismos su propia paga de vejez: Patrón y Estado obtenían el dinero de las cuotas que ingresaban a costa del esfuerzo de los trabajadores. De hecho sistemas de pensiones estatales comenzaron sin cotización directa del trabajador ya que al fin y al cabo lo que aporte tanto el Estado como la patronal es riqueza enajenada a los trabajadores.
¿Y AHORA QUÉ?
Es evidente que el Estado tiene herramientas suficientes para que la caja común de las pensiones no se rompa. Es evidente también que la única manera de que el Estado no desmantele las pensiones es que haya una respuesta social suficientemente potente como para mantener el sistema de pensiones. Pero desde CNT entendemos que es más importante ir a la raíz del problema para poder llegar a una solución.
En primer lugar, hay que ser conscientes, como hemos comentado, que el Sistema de Pensiones se sustenta a través del esfuerzo diario de la clase obrera. La dotación económica de la caja común parte: de las cotizaciones empresariales, cada vez más bajas y que salen directamente de la explotación de los trabajadores; de los impuestos, cada vez más injustos, que nos roba cada día el Estado; más las cotizaciones forzosas de los trabajadores a la Seguridad Social.
En segundo lugar, visto que el problema es la explotación de la clase obrera por quienes ostentan el Poder, hay que comprender que la única lucha que nos llevará a cambiar las cosas, será la que esté libre de injerencias de los políticos, que sólo buscan encaramarse al Poder. Por tanto, no debemos hacer seguidismo de las consignas de Partidos y Sindicatos Oficiales, no debemos dejarnos llevar como ovejas al matadero electoral, sino que tenemos que generar planteamientos propios, que salgan del marco de propuestas establecido, que sólo nos lleva al callejón sin salida de cambiarlo todo para que nada cambie.
En esta línea, desde la CNT siempre nos hemos opuesto a la intervención del Estado en la solución de los problemas de la clase trabajadora, porque precisamente es uno de los causantes de nuestros males. Nos oponemos también por coherencia a la intervención del Estado en los cuidados de nuestra vejez. Sin embargo mientras no recompongamos un movimiento obrero capaz de tomar el control y proporcionar una cobertura social a todas las personas, nos tocará defender lo que tenemos contra los recortes en las condiciones laborales y de vida, en este caso las pensiones.
NO HAY FUTURO SIN PRESENTE
No podemos olvidarnos de reconstruir herramientas que nos permitan tener una vejez segura, que dependan sólo de nosotros/as mismos/as, es decir, de los/as trabajadores/as libremente asociados. El pacto de apoyo mutuo y solidaridad que nos une a las personas que formamos la CNT, debe ser la base para un futuro de pensiones de control obrero. Un sistema basado en la solidaridad, el apoyo mutuo y la libre federación de comunidades libres. Mientras parte de la lucha está en tomar el control social de los sistemas públicos de protección social, apostando por su autogestión y democratización por parte de los propios trabajadores, usuarios y la colectividad en general.
Es la lucha la que nos da lo que la ley nos quita, y en última instancia es destruir por completo el sistema establecido para cambiarlo por otro que nos valga, lo que nos permitiría pasar la tercera edad con tranquilidad y buena salud.
Secretariado Permanente del Comité Confederal de CNT-AIT
www.cnt.es
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