El debate dialéctico entre gobierno y oposición sobre el problema del paro ha pasado a un segundo plano. Las elecciones europeas, el aumento de los impuestos sobre el combustible y el tabaco, y otras noticias de “gran interés” han salido a la palestra de los medios de comunicación, para tapar la escandalosa situación que se está viviendo en el país.
Les parades van en aumento, y lo único que se les ocurre a los gobernantes es rizar más el rizo y aumentar los impuestos que más daño hacen a les trabajadores, que son los impuestos que no entienden de niveles económicos (que por desgracia existen). Sus previsiones de aumento de los puestos de trabajo se basan en las obras financiadas por el Plan E, las cuales son de muy dudosa honradez. No en vano en ellas se contrata a empresas privadas para crear empleo precario, en lugar de conceder las ayudas directamente a las personas, o responsabilizarse de los trabajos que desarrollen, de manera directa, sin subcontratas. Además en esta obras es habitual la realización de horas extra, tal y como lo hacen en su día a día las empresas que finalmente se llevan la subvención. Lo único que se fomenta en este plan es el mantenimiento de un tejido empresarial sin escrúpulo alguno, que no duda en llorar para luego mamar de la teta del Estado, cuando lo único que han hecho en sus años de existencia es acaparar riqueza y no soltar un duro para los trabajadores. No se ha invertido en seguridad, ni en formación. Al contrario, la formación corre a cargo de los presupuestos del Estado, en forma de estudios de Formación Profesional, para librar de esa pesada carga a las empresas.
No esperamos una respuesta de las empresas, puesto que su única finalidad es explotar a les trabajadores para acumular beneficios económicos. Tampoco esperamos una respuesta de la administración, puesto que es la encargada de que la situación siga como está. Ni siquiera confiamos en una respuesta de los sindicatos oficiales, ya que éstos, en un breve periodo de tiempo, firmarán de nuevo reformas que acabarán con los pocos derechos que en materia de trabajo nos quedan.
Lo único que podemos esperar es que la gente tome conciencia de su situación y se organice para hacer frente a la situación. La única forma de acabar definitivamente con el capitalismo, sistema que nunca nos beneficiará, por muchas reformas que se le quieran hacer, es la destrucción del mismo, y la posterior construcción de una sociedad en la que todes tengamos representatividad, en la que nadie hable por nadie, y en la que las riquezas naturales que este mundo nos brinda, se repartan con arreglo a la máxima de “a cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus posibilidades”.
Salud y anarcosindicalismo.
Sindicato de Oficios Varios de Salamanca
CNT-AIT
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